Hemos querido aprovechar la altura del propio edificio, sin perder su esencia y centrándonos en la idea de que solo se avanza cuando conocemos y asumimos el pasado y dirigimos la historia. En esta reforma hemos aprendido a que, innovar es saber mirar al pasado, recoger lo que hemos sembrado y a quedarnos con lo bueno, lo bello y duradero. Así mismo, partimos desde la idea de abrir, dejando entrar a la luz. la distribución con la que contábamos en un inicio, hacía que el espacio pareciera oscuro, por lo que aprovechamos los maravillosos huecos de los ventanales para dejarle entrar a la luz, permitiéndole al sol llenar las estancias de armonía y felicidad.
Así mismo, el edificio antiguo nos brindaba unos altos techos de 3,50m, unas puertas de 2,60m y unas balconeras preciosas del siglo xx que se vio reflejado en el propio baño.